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El árbol de la vida. Hacia un modelo de formación inicial y permanente
978-84-285-6942-2
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Una obra de Amadeo Cencini de la colección Amanecer de la editorial San Pablo.
Descripción / Resumen del producto (Español / Castellano): |
Nueva edición de uno de los libros fundamentales de Amedeo Cencini: El árbol de la vida. Considerado como continuación de su obra capital, La formación permanente, define el modelo formativo en torno al cual se puede construir un proyecto de formación permanente. En la primera parte, se presentan algunos de los modelos formativos más habituales del pasado. En la segunda parte, el autor propone un nuevo modelo que, desde su visión, es más adecuado para la formación inicial y permanente: el modelo de la integración. La tercera parte ofrece una síntesis metodológica de este modelo, válido para la vida consagrada y para la vida sacerdotal, incidiendo en sus aspectos pedagógicos. |
Extracto: |
He escrito para confesar una convicción concreta: la certeza de que la Pascua de Jesús no es sólo el punto de llegada del camino, sino el camino mismo; no sólo valor que vivir y creer, sino el método que seguir y poner en práctica; no simplemente el objetivo final de la vida consagrada y sacerdotal, sino la experiencia continua y cotidiana del religioso y del presbítero; no tanto el modelo a imitar, sino el amor, el sabor, la dicha, el tesoro precioso de nuestra vida ofrecida como don. Conclusión |
Texto principal de solapa o de contracubierta: |
La historia de la humanidad se decide en torno a un árbol, y de un árbol es rescatado el hombre de todos los tiempos: el árbol de la vida. Este árbol está destinado a permanecer en el centro de la existencia humana, de toda vida y en todo tiempo, en la formación inicial y permanente, como anunció Cristo: «Cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos a mí», centro de una gravitación perenne. La formación es esta atracción que continúa en el tiempo. Se hace permanente en la medida en que crece y se extiende a toda la historia y a la personalidad de todo creyente. Esa atracción es lo que conforma siempre al Hijo-Siervo-Cordero, clavado en la cruz. Ahora se cumple el designio del Padre de hacer de Cristo el corazón del mundo, el corazón de todo viviente, de todo presbítero y consagrado. |
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